Además de los presupuestos, los organigramas de la administración del Estado reflejan las diferentes alternativas políticas de la gestión del agua. A menudo, se analiza la historia de la planificación hidráulica española pero sin claras referencias a las dependencias administrativas que canalizaron la gestión de los proyectos y la redacción de memorias. Parece necesaria una breve síntesis de los cambios del organigrama de la administración del agua en la oficina del Júcar, que obviamente, dependía del Ministerio de Fomento. También se citará la plantilla de ingenieros que estuvo destinada en la oficina de Valencia.
1.1. La División Hidrológica (1865-1899) 1.2. La División de Trabajos Hidráulicos (1900-1907) 1.3. La División Hidráulica (1907-1932) 1.4. La Delegación de Servicios Hidráulicos (1932-1935)
1.1. La División Hidrológica (1865-1899)
1.2. La División de Trabajos Hidráulicos (1900-1907)
1.3. La División Hidráulica (1907-1932)
1.4. La Delegación de Servicios Hidráulicos (1932-1935)
En 1865, la Administración de Fomento creó diez oficinas periféricas -denominadas divisiones hidrológicas- con el objeto de convertirlas en comisiones de estudios hidrológicos al servicio de posibles empresas concesionarias. Fueron dependencias con escasas dotaciones materiales y limitados recursos humanos que nunca tuvieron competencias en las concesiones de aguas. El ámbito territorial de las divisiones hidrológicas paulatinamente se acomodó a las grandes cuencas fluviales peninsulares.
El escaso empuje de la iniciativa privada en las obras hidráulicas limitó en gran medida su operatividad. Hacia 1885, el inicial objetivo de apoyo a las nuevas personas usuarias y entidades se quebró y las divisiones entonces subsistentes (Júcar y Segura, Ebro y Guadalquivir) se dedicaron a la planificación hidráulica o al estudio de obras de defensa. Las divisiones hidrológicas ni siquiera iniciaron el estudio sistemático del régimen de los ríos. El retraso en el reconocimiento hidrológico de los ríos era palpable en 1900 cuando se preparaba el Plan General de Canales de Riego y Pantanos. No obstante, algunos ingenieros-jefe de divisiones hidrológicas -Ramón García Hernández y Rafael Navarro- propiciaron el giro hidráulico de 1900.
En nuestro caso, a lo largo de casi treinta y cinco años, la División Hidrológica -primero denominada de Valencia y después del Júcar y Segura- vivió dos fases de actividad separadas por un episodio de supresión. La labor de la dependencia sólo se conoce parcialmente y todavía existen importantes lagunas documentales.
La primera etapa (1865-1871) se inició con la creación de la División Hidrológica de Valencia en julio de 1865. La División comprendía el territorio de las actuales confederaciones del Júcar y del Segura. La real orden de creación -que simultáneamente organizaba otras nueve divisiones hidrológicas en el territorio peninsular español- preveía la realización de estudios útiles para el fomento de la agricultura y demás industrias. Una instrucción inmediatamente posterior encomendaba la confección de una estadística general de las aguas y de sus aprovechamientos y la reunión de datos útiles para el surtido de poblaciones, riego, industria, navegación y flotaje.
El primer ingeniero jefe de la División Hidrológica de Valencia, Francisco García San Pedro, pronto remitió al Ministerio de Fomento una Memoria de actividades de 1865 y plan de trabajo para 1866. Dicha memoria -bastante más rica en contenidos que la literalidad del título- contiene un reconocimiento hidrográfico de la división, una descripción de los aprovechamientos de riegos y artefactos, y avanza propuestas de posibles mejoras en la gestión del agua.
En los años siguientes se sucedieron varios ingenieros en la jefatura de la División (Antonio Revenga Quevedo, Eduardo Godino Jimeno, Amado Lázaro Figueras, Antonio Ruiz Castañeda y, de nuevo, Francisco García San Pedro). La corta permanencia de los técnicos -a causa del escaso prestigio corporativo de tales dependencias- dificultaba las labores de un organismo pensado como comisión de estudio. Las escasas dotaciones presupuestarias de las divisiones llegaban con retraso y limitaban las labores de aforos durante los estiajes. Por el momento, he hallado los aforos publicados en el Boletín Oficial de la Provincia de Valencia correspondientes al Júcar en la Ribera y al Turia en la Huerta practicados para la División Hidrológica de Valencia en los meses de abril, junio y julio de 1871.
Por su parte, Andrés Llauradó, ingeniero de montes, aprovechó abundante información de la División Hidrológica para la redacción de su clásico Tratado de Aguas y Riegos (1878). Según Llauradó, la División Hidrológica de Valencia practicó aforos de estiajes en el Vinalopó (1870), en el Serpis (1870), en el Júcar (1870), en el Turia (1869, 1970), en el Palancia (1870) y en el Millares (1870). También cita los aforos practicados por Jose M. Uguet y M. Aymard (1862) en el Turia y por el propio Llauradó (1865) en el Júcar.
En 1866 se entregó al Ministerio de Fomento el Estudio sobre las inundaciones del Júcar de 1864 redactado por la comisión presidida por el inspector José Gómez Ortega e integrada por Evaristo Churruca y Francisco Lizárraga. La memoria no tuvo repercusiones prácticas inmediatas pero se convirtió en referente obligado de la División Hidrológica cuando, a fines del siglo XIX, se redactaron los primeros proyectos de defensa de poblaciones de la Ribera.
Al igual que las otras divisiones, la División Hidrológica de Valencia fue suprimida el 1 de septiembre de 1871 por dificultades presupuestarias. La primera etapa concluía con escasos resultados prácticos pero con dos memorias (García San Pedro y la comisión Gómez Ortega) de indudable valor.
Tras casi diez años de inactividad, se restauró la División Hidrológica de Valencia (23 de marzo de 1881- 9 de abril de 1886). Los ingenieros-jefe (Antonio Ruiz Castañeda, Manuel Estibaus Goizueta, Rafael Monares Insa) y los ingenieros subalternos (Ricardo Iborra Montllor, Rafael Mazzarredo Tamarit) apenas permanecieron cada uno de ellos algo más de un año en la dependencia. Como actividad destacada cabe destacar la redacción del primer proyecto de obras de defensa de la Ribera. En efecto, en junio de 1884 Antonio Ruiz Castañeda procedió al reconocimiento de la Ribera Alta. Tras su traslado, Manuel Estibaus completó la labor y redactó el proyecto de desviación del río Júcar en la parte comprendida entre los ríos Albaida y los Ojos (1866), en cumplimiento de una Orden de 4 de febrero de 1885. El proyecto de Estibaus pretendía la defensa de Alzira y dejaba para otra ocasión el tramo de aguas abajo. No obstante, la Junta Consultiva desestimó la propuesta por la magnitud de la obra.
Entre 9 de abril de 1866 y 14 de agosto de 1899 el organismo se denominó División Hidrológica del Júcar y Segura. El decreto de reorganización del servicio suprimía las divisiones hidrológicas españolas excepto la del Júcar y Segura, Ebro y Guadalquivir. Justificaba el mantenimiento de la División Hidrológica del Júcar y Segura por "las inundaciones que han devastado en estos últimos años las riberas del Júcar y Segura exige que no se posponga el estudio de estas regiones". En consecuencia, la División -además del estudio de las condiciones hidrográficas de las cuencas- debía proyectar y ejecutar defensas en las poblaciones ribereñas. No obstante, en enero de 1890, se creó una Jefatura de Obras para la defensa contra las inundaciones de las provincias de Levante con sede en Murcia bajo la dirección del prestigioso inspector García Hernández. Dicha Jefatura se ocuparía de la cuenca del Segura.
Por esta razón, la División Hidrológica del Júcar y Segura se dedicó preferentemente a proyectos y obras de defensa en la Ribera del Júcar. A lo largo de los años finiseculares sucesivos ingenieros-jefe (Antonio Palacio, Juan Pablo Serrano Carrasco, Miguel Cervantes López, Rafael Yagüe Buil) e ingenieros subalternos (Manuel Ballesteros Bergón, Antonio Faquineto, Luis Claramunt, Enrique González Granda, etc.) desarrollaron su actividad profesional en la División.
La Junta Consultiva sancionó al ingeniero-jefe Antonio Palacio por haber trasladado sin permiso a Madrid la oficina de la División del Júcar y Segura. El expediente abierto para depurar responsabilidades permite reconstruir las actividades del funcionariado durante 1886 y 1887. Después del incidente, la oficina se instaló en la calle del Mar de Valencia.
Otro momento bien documentado corresponde a la jefatura de Rafael Yagüe (1893-1899). Durante estos años, la División Hidrológica del Júcar y Segura redactó un nuevo proyecto de defensa de Alzira (1895) que tampoco fue aprobado por la Junta Consultiva. Por su parte, Manuel Ballesteros (1894) se hizo cargo del proyecto de dique de defensa de Riola que, tras dos reformados, fue liquidado en 1897. A su vez Enrique González Granda concluía en 1897 un proyecto de defensa de Albalat de la Ribera, liquidado en 1903. Noticias indirectas reseñan otros proyectos de la División (desvío del Júcar en la Ribera Baixa) y la puesta en marcha del servicio hidrométrico y de actualización de las estadísticas de aprovechamiento.
La División Hidrológica del Júcar y Segura -junto con las del Ebro y Guadalquivir- fue suprimida por Real Decreto de 14 de agosto de 1899. La exposición de motivos reconocía el fracaso de la iniciativa privada en el desarrollo de la obra hidráulica y los escasos resultados de las divisiones hidrológicas. Por ello, se disponía que las jefaturas provinciales de Obras Públicas se hicieran cargo de la gestión y planificación hidráulica.
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En mayo de 1900, Rafael Gasset -recién nombrado ministro y encabezando corrientes de opinión regeneracionistas- cambió el enfoque político de la cuestión del agua que también se reflejó en el organigrama de la administración. La nueva política hidráulica del Estado se articuló desde una oficina técnica central y varias dependencias periféricas -ahora denominadas divisiones de trabajos hidráulicos- cuyo ámbito de actuación comprendía las grandes cuencas fluviales peninsulares o agrupaciones de cuencas.
La dependencia con sede en Valencia se denominó División de Trabajos Hidráulicos del Júcar y Segura. Al igual que las restantes divisiones de trabajos hidráulicos su objetivo prioritario era elaborar propuestas de obras, antes del 31 de diciembre de 1900, para el futuro Plan General de Canales de Riego y Pantanos. Atendiendo a la instrucción remitida por la Inspección General de Trabajos Hidráulicos, el ingeniero-jefe Andrés Soriano Ibarra y los ingenieros subalternos Miguel Massanet (zona 1ª), Fernando Juan Burriel (zona 2ª), Luis Dicenta Llovet (zona 3ª), Próspero Lafarga (zona 4ª) y Enrique González Granda (zona 5ª) redactaron las propuestas de obras en la División del Júcar y Segura. A fines de año, la labor estaba concluida y algunos ingenieros subalternos se reintegraron a sus puestos de origen.
A fines de 1900, las vacantes de los técnicos en la División fueron rápidamente cubiertas y los objetivos iniciales de la División se ampliaron al conocimiento de los asuntos relativos a aguas terrestres, a la formación de la estadística de aprovechamientos de aguas y a la redacción de proyectos de obras provisionalmente consideradas en el Plan General de Canales de Riego y Pantanos. Así, Enrique González Granda proyectó obras en el pantano de Tibi (1901). Fernando Trenor Palavicino redactó el proyecto del pantano de Azuebar (1903), del canal del Algar y del recrecimiento de la presa de Relleu. Fernando Juan Burriel se encargó del proyecto de pantano de Buseo (1902).
Una Real Orden de 6 de noviembre de 1903 segregó la cuenca del Segura y en adelante el organismo de Valencia se denominó División de Trabajos Hidráulicos del Júcar. Sucesivas reales órdenes perfilaban las competencias de las divisiones: estudio del régimen de las corrientes públicas y previsión de crecidas, construcción de obras hidráulicas efectuadas por administración, explotación de las hechas por el Estado, inspección de las realizadas por contrata y estudio de proyectos y anteproyectos de obras incluidas en los planes del Estado.
Aún con resistencias, los sucesivos pasos de Rafael Gasset por el Ministerio de Fomento acabaron por decantar las nuevas divisiones hacia los trabajos hidráulicos públicos. Frente a la anterior concepción de comisiones de estudio al servicio de una timorata iniciativa privada, las nuevas divisiones de trabajos hidráulicos canalizarían la iniciativa del Estado en la planificación y gestión hidráulica. Además, si las antiguas divisiones hidrológicas apenas gozaron de prestigio en el Cuerpo de Caminos, las nuevas divisiones hidráulicas progresivamente alcanzaron reconocimiento entre los ingenieros.
El 13 de febrero de 1907 el nombre de la dependencia se simplificó con la expresión División Hidráulica del Júcar. La denominación se mantuvo invariable hasta agosto de 1932. Los objetivos y los medios de las divisiones hidráulicas se completaron con la Ley de Auxilios de las Obras Hidráulicas (7 de julio de 1911) y la de abastecimiento a las poblaciones. No obstante, subsistían graves problemas de financiación para la política de ampliación de regadíos.
Durante muchos años, la plantilla de ingenieros de la División Hidráulica del Júcar se compuso de un ingeniero-jefe y tres ingenieros subalternos. La División se componía de tres zonas. La zona 1ª comprendía las cuencas septentrionales, incluyendo el río Palancia. La zona 2ª abarcaba las cuencas del Turia y del Júcar. Las cuencas meridionales -incluyendo el río Serpis- integraban la zona 3ª. Avanzados los años veinte, la plantilla de ingenieros comenzó a ampliarse.
La jefatura de la División la ocuparon sucesivamente Luis Dicenta Llovet (1907-1911), José Jimeno Lassala (1911-1920) y Arturo Monfort Hervás (1920-1931). Los tres gozaban de prestigio corporativo ganado durante años de servicio como ingenieros subalternos en jefaturas provinciales.
En los años finales de la primera década del siglo, la plantilla de ingenieros subalternos de la División Hidráulica del Júcar estaba integrada por Manuel Corsini Senespleda (zona 1ª), Fausto Elío Torres (zona 2ª) y Felipe Rivero Ferrer (zona 3ª). Algunos ingenieros permanecieron pocos meses en la zona 3ª (Alberto Méndez, Francisco Monares) pero la norma fue la permanencia en el puesto. Así Luis Vergés estuvo adscrito a la zona 1ª entre 1913 y 1923. Carlos Dicenta Vilaplana tomó posesión de la zona 3ª de la División en 1919, pasó a la zona 1ª en 1924 y seguía en la dependencia hidráulica en el momento de la constitución de la Confederación. También Rafael Montiel permanecía en la delegación del Júcar en 1935 a la que se había incorporado en 1925. Con todo, el ingeniero Fausto Elío Torres merece una breve semblanza.
Fausto Elío Torres (Madrid, 23 de julio de 1878 - Madrid, 23 de abril de 1958) pertenecía a una larga saga de ingenieros de caminos. Tras una breve estancia como ingeniero subalterno en las jefaturas provinciales de Obras Públicas de Tarragona y Valencia, el día 1 de febrero de 1906 tomó posesión de la zona 2ª de la División de Trabajos Hidráulicos del Júcar de la que estuvo encargado hasta finales de junio de 1931. Tras un paréntesis destinado como subalterno en la Jefatura de Obras Públicas de Valencia, de nuevo recaló en la dependencia hidráulica del Júcar. El 21 de noviembre de 1932 se le nombró ingeniero-director de las obras de regulación del Júcar y del Turia. A fines de 1934 era ingeniero-director de la Confederación Hidrográfica del Júcar. Tras la Guerra civil vivida en Valencia, el 29 de marzo de 1940 se dispuso que prestara sus servicios como Jefe de Aguas de la Delegación de Servicios Hidráulicos del Júcar. La última etapa profesional la desarrolló en Madrid como consejero (marzo de 1942) y como presidente (marzo de 1948) del Consejo de Obras Públicas.
Fausto Elío Torres forma parte de la generación de ingenieros llegados a las divisiones hidráulicas en los primeros años del siglo XX y dedicados a ellas durante dos o tres décadas. Esta generación -simbolizada por Lorenzo Pardo- gestionó la política hidráulica regeneracionista pero, sobre todo, aportó las bases técnicas del Plan Nacional de Obras Hidráulicas de 1933. A medida que se valoren las trayectorias profesionales de los ingenieros llegados a las Divisiones en la primera década del siglo, se comprenderá mejor el Plan de 1933 como un proyecto técnico colectivo.
En otro orden de cosas, la División Hidráulica del Júcar no ensayó la experiencia de las Confederaciones Sindicales Hidrográficas a fines de los años veinte, a pesar o precisamente por el gran protagonismo social de las personas usuarias y entidades del agua. Esta singularidad -dentro del contexto español- merecería analizarse con detalle.
Por Decreto de 16 de agosto de 1932, todas las oficinas territoriales hidráulicas pasaron a denominarse delegaciones de servicios hidráulicos. La Delegación de Servicios Hidráulicos del Júcar prolongaba la estructura y funciones de la extinta División Hidráulica del Júcar. El mencionado decreto autorizaba a aquellas delegaciones que previamente no habían tenido estatuto de Confederación (esto es, Júcar, Guadiana, Tajo y Sur de España) a constituir las juntas de regantes y usuarios de fuerza.
Un Decreto de 26 de junio de 1934 creaba la Confederación Hidrográfica del Júcar. Después se nombró a Fausto Elío ingeniero-director de la Confederación y se procedió a la redacción de los estatutos que provisionalmente se aprobaron el 1 de julio de 1935.
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